Carlos Vives y el álbum que lo convirtió en un ícono de la música colombiana: Entrevista Billboard
Hace poco más de una década, la carrera de Carlos Vives estaba al borde del olvido.
Entre finales de los 90 y principios de los 2000, había sido una de las máximas estrellas mundiales de la música latina, con álbumes exitosos, giras agotadas y frecuente presencia televisiva.
Pero para el 2012, no había tenido un contrato discográfico en ocho años, ni planes de gira o un publicista, y se había separado de su manager después de años de inactividad. Vives recuerda haber cogido el teléfono y llamado al presidente de uno de los sellos donde las negociaciones se habían estancado.
“Me dijo, ‘No podemos hacer nada por ti’”, recuerda.
Sin embargo, a los 51 años, Vives protagonizó uno de los regresos más notables en la historia de la música latina. Firmó un nuevo contrato discográfico con Sony, logró su primer No. 1 en la lista Hot Latin Songs de Billboard en casi una década (con la acertadamente titulada “Volví a nacer”) y, seis meses después, llegó al No. 1 de Top Latin Albums, el primero en casi una década, con Corazón Profundo.
Vives ha florecido desde entonces: como artista discográfico, como intérprete de gira y, quizás lo más importante, como el guardián de facto de las tradiciones musicales más queridas de Colombia. Ampliamente reconocido como la persona que llevó auténticos ritmos colombianos como la cumbia y el vallenato a un escenario global, Vives también abrió la puerta a la internacionalización de la música colombiana, lo que llevó al éxito de compatriotas como Maluma, Shakira, Juanes, Fonseca y Feid.
“Lo más mágico y lindo de Carlos, que admiro mucho, es que se comporta como si hubiera empezado su carrera hoy”, dice Afo Verde, el presidente/CEO de Sony Music Latin Iberia, quien firmó a Vives tras su periodo inactivo. “Respeta a todos los jugadores de la industria — sea un medio o una disquera; ese tipo de íconos o leyendas son eternos”.
Y este ícono no reduce la velocidad. El 2023 de Vives ha incluido una gira de 30 fechas, un papel protagónico en la serie de Disney+ The Low Tone Club y el lanzamiento de su nuevo álbum Escalona Nunca Se Había Grabado Así. También se prepara para dar conciertos masivos en la Puerta de Alcalá de Madrid en octubre y en Colombia en diciembre, un testimonio de su atractivo transcontinental.
“Carlos influyó mi música en todo, de manera directa e indirecta”, dice Maluma. “Directamente cuando trabajamos un par de remixes. Pero indirectamente, mis padres siempre fueron muy, muy fanáticos de Carlos, y gracias a Carlos es que se conoce el folclore colombiano a nivel mundial. Carlos ha sido para nosotros un motivo de inspiración muy grande, de verdad. A Carlos le debo agradecer nuestras raíces”.
Vives comenzó su carrera como cantante y actor de televisión, y podría haber terminado haciendo pop común y corriente de no haber sido seleccionado en 1991 para el papel protagónico en Escalona, una serie colombiana basada en la vida del legendario cantautor de vallenato Rafael Escalona, quien ascendió en la década de 1960 hasta convertirse quizás en el compositor más venerado del género y cuyas canciones siguen siendo clásicas en la actualidad. En la banda sonora, Vives versionó los grandes éxitos de Escalona con sus arreglos tradicionales y se convirtió de la noche a la mañana en una sensación en Colombia y sus países vecinos.
Más allá del estrellato, el papel desencadenó en él una búsqueda. Nacido en Santa Marta, la segunda ciudad española más antigua de Sudamérica, Vives había crecido rodeado de los acordes del vallenato, la música costera colombiana construida sobre riffs de acordeón e historias de trovadores. En la casa de su infancia, los mejores artistas vallenatos participaban regularmente en sesiones improvisadas con su padre, un médico amante de la música que había asistido a la escuela con Escalona. En esa música, a menudo olvidada y menospreciada por la élite amante del pop, Vives encontró su vocación.
En 1993, luego de mudarse a Bogotá tras el divorcio de sus padres, lanzó Clásicos de la Provincia, una colección de clásicos del vallenato grabados con una sensibilidad pop y rock que reflejaba el ADN musical de Vives como hijo de Santa Marta, con toques del modernismo bogotano y rock and roll. El álbum lo convirtió en una gran estrella internacional e inspiró a una nueva generación de artistas colombianos que, por primera vez, vieron su música en un escenario global.
“Fue solo cuando oí Clásicos de la Provincia por primera vez que sentí que mi música podía tener la influencia y el sonido de Colombia”, dice Fonseca. “Antes, yo soñaba con ser como Guns N’ Roses, Nirvana, George Michael. La música de Carlos me abrió la mente”.
En Estados Unidos, Clásicos de la Provincia, distribuido por PolyGram Latino, debutó en el No. 46 de Top Latin Albums y alcanzó el No. 2 siete meses después. Permaneció en el chart durante 86 semanas.
Durante la siguiente década, Vives acumuló cuatro No. 1 y nueve top 10 en Hot Latin Songs y cinco top 10 en Top Latin Albums, incluyendo un No. 1 (Déjame Entrar de 2001). Grabando desde el principio con su banda colombiana, La Provincia, la música de Vives se volvió progresivamente más aventurera pero permaneció ligada a sus raíces. “Mi compromiso es con mi localidad”, dijo a Billboard en 2004. “Es el sonido que soñé para nuestra música, pero influenciado por el mundo”.
“Carlos es una apuesta por la identidad colombiana y hacerla mundial”, dice su esposa, Clauida Elena Vásquez. “Carlos cogió nuestras raíces, nuestro folclor, y lo modernizó y lo llevó por el mundo. Por eso decimos que fue la chispa que prendió la mecha”.
Esa “chispa” es lo que Vives llama el Universo Vives, que incluye su propio sello, Gaira Música Local; la escuela de música para niños RíoGrande y el local y restaurante Cumbia House, ambos en Bogotá; así como su organización sin fines de lucro Tras La Perla, en Santa Marta.
Todo esto equivale a un hervidero de actividad que parecía inverosímil hace una década. En 2004, su segundo matrimonio acababa de disolverse, sus giras se habían detenido y, después de que venciera su contrato con el antiguo sello EMI, no logró conseguir otro contrato discográfico para continuar su carrera internacional. No lanzó un solo álbum con material original entre 2002 y 2012, salvo el disco infantil Pombo Musical de 2008.
La llama podría haberse extinguido si no fuera por Vásquez — quien vive con Vives desde 2007 y ahora es CEO de Universo Vives — y el ejecutivo Walter Kolm, quien en 2012 comenzaba su carrera en management después de años como ejecutivo de una gran disquera.
“Yo sabía que estaba firmando un superstar”, dice Kolm, quien viajó a Colombia para reunirse con Vives y ofrecerle una propuesta detallada. “No había tantos artistas latinos en ese entonces que podían llenar arenas, incluso después de haber estado ausentes. Y más allá de la música, Carlos es un referente para la cultura colombiana”.
Desde su regreso, Vives ha colocado 12 No. 1 en la lista Latin Airplay, incluido su dueto con Shakira ganador del Latin Grammy en 2016 “La bicicleta”, y dos No. 1 en Top Latin Albums. Solo el año pasado, dio 15 conciertos en Estados Unidos que recaudaron un total de 6,1 millones de dólares, según Billboard Boxscore. Además, ha ganado 17 Latin Grammys y dos premios Grammy.
La resurrección del artista ha sido, “más que un revivir, un renacimiento”, dice Kolm riendo. “Por eso es que ha sacado tanta música. Está recuperando el tiempo perdido”.
“Carlos abrió la puerta del folclor colombiano al mundo, y trajo al mundo a nuestro folclore”, dice Juanes. “Rock, vallenato, cumbia, Caribe, funk, guitarra eléctrica, acordeón, poesía y carisma. Todo cabe bajo su nombre”.
Para conmemorar el 30 aniversario de su exitoso álbum, Vives reflexionó sobre el pasado, presente y futuro de su influyente carrera.
En Clásicos de la Provincia de 1993, le diste una inyección de esteroides a los vallenatos clásicos, incorporando bajo eléctrico, guitarra y batería. ¿Alguna vez pensaste que llegaría tan lejos como llegó?
Uno no había pensado que haciendo lo que estábamos haciendo musicalmente nos podía pasar. Porque además era lo que hace 30 años nos planteaba nuestra industria en la localidad: que hacer vallenatos o hacerlos de esa manera no es la música para ti. Era lo que había. Como que en ese momento no era tan importante si íbamos a ser famosos, sino poder ser auténticos y hacer un proyecto que rompa un poquito con los pensamientos de la industria sobre lo que es folclórico, sobre lo que es pop, sobre lo que es rock.
¿Cómo hiciste eso?
Se abría un mundo a pensar las cosas de una manera diferente. Porque al final, lo que empezó pasando con nosotros fue que terminamos electrificando en instrumentos del rock patrones colombianos. Ya fuese la caja vallenata expuesta en un bajo o en una guitarra eléctrica o el patrón de la cumbia tocado en un Stratocaster que lo hace sonar roquero, pero no deja de ser un patrón de cumbia o una chalupa. Y éramos felices indocumentados, como decía García Márquez. Y pensábamos que íbamos a ser eternos y pensábamos que esa iba a ser nuestra vida y que éramos felices ahí, y estaba en las telenovelas, y tocaba en bares. Quizás por eso nos atrevimos a hacerlo.
No tenías nada que perder…
Exacto. Y cuando empieza a funcionar nos coge con los pantalones abajo, porque como no lo esperas, no estás obsesionado con eso. Pero a mí me encantaba estar conectado con mi papá, con mi esencia, como que con un mundo perdido mío de mi infancia, además.
Clásicos de la Provincia te convirtió en una estrella. Pero lo que siguió después, La Tierra del Olvido de 1995, realmente consolidó tu éxito. ¿Puedes explicar por qué?
Clásicos de la Provincia generó orgullo por el vallenato, pero también fue un sonido nuevo para nuestras canciones. Pero en mi próximo álbum no podía seguir grabando simplemente vallenatos clásicos. Tuve que escribir mis propias canciones.
Lo primero que aprendí del vallenato fue que era hijo de la cumbia y me abrió a un universo mucho más grande que tocó toda nuestra cultura colombiana. Era un ADN musical más amplio al que llamé La Tierra del Olvido. Vengo de grabar baladas y estaba buscando mi identidad. Me estaba olvidando de dónde vengo y por eso llamé el álbum [y su exitoso tema principal] La Tierra del Olvido. Me vi reflejado en la portada de ese disco, donde estoy frente al Caribe y al pie de la Sierra Nevada de Santa Marta, el Tíbet colombiano y hogar de nuestras culturas indígenas.
Esta gira celebra Clásicos de la Provincia. ¿Cómo se resumen 30 años en una sola noche?
Hacer un viaje. ¿Cuál es el viaje? Llegué a una serie de televisión donde cantábamos vallenato, raspados y pelados como se cantaban, o como dice la tradición que tenían que cantarse. Entonces tú me veías con un conjunto vallenato cantando “La casa en el aire” de la manera que se haría en la época. Empiezo a contar la historia desde el principio, pasando por La Tierra del Olvido, por El Amor de mi Tierra, y viendo cómo va creciendo a nivel de instrumentación. Cómo va cambiando la forma de tropicalizarnos, usando patrones mucho más rockeros. Ves cómo va creciendo el sonido. Es lo que llamo el rock de mi pueblo. Cómo de cosas muy tradicionales puedes hacer cosas muy fuertes cantadas con gente como Daddy Yankee. Son 22, 23 canciones en dos horas y media.
Tuviste esa pausa de ocho años entre 2005 y 2012 antes de regresar con fuerza. ¿Te das cuenta hoy de lo poco común que es tener estas segundas oportunidades?
Creo que sembramos algo en nuestra gente que sintieron muy propio, que valoraron mucho. Creo que eso se quedó ahí, a pesar de malos manejos y de no aprovechar cosas que uno conoce hoy de la industria. Me ha tocado un segundo equipo cuando llega Walter [Kolm], y llega un equipo, y se suma mi esposa, Clau. Yo no he conocido un manager que crea más en mí que Walter, o alguien que crea más en mí que Claudia. Y entender y aprender rápido de la gente que estaba en este negocio, ha ayudado que ese comeback (regreso) se haya dado. [Pero] mi equipo de mercadeo fueron los colombianos que cogieron mis canciones y se las llevaron por todas partes. Se sumaron los venezolanos, y se sumaron los puertorriqueños, y nos reconocimos en esa diversidad que somos nuestra Hispanoamérica. Y eso fue también algo que me permitió ese comeback.
Mencionaste a tu esposa. ¿Qué tan importante es tener en la almohada de al lado a tu fan más grande?
Un artista necesita tener cerca alguien que lo quiera. Y cuando digo que lo quiera no es solamente el amor de tu vida, sino que entienda tu trabajo. Y que tenga una visión para que eso crezca, se dignifique. Es increíble lo que ha hecho Claudia, lo que ha hecho Walter. Mucha de mi inspiración es Walter. Es una persona que llegó a nuestras vidas a querernos y a valorar mi trabajo. Me faltó muchas veces tener cerca personas que valoraran mi trabajo y ese camino musical que tomamos.
Mucha gente no sabe que además de aprender música en tu casa, tocaste durante años en bares de Bogotá, hiciste teatro, produjiste programas de televisión. ¿Qué importancia tuvo dedicar esas 10.000 horas?
Vital. Trabajar en equipos. Trabajar en un grupo de teatro, en un elenco de televisión, madrugar, tener responsabilidades con el grupo y la obra. Eran años difíciles, pero al final, sabes, siempre ha habido como un oficio. Estoy hace más de 30 años en el oficio, ya sea cantando en bares, en una obra de teatro, en un programa de televisión. Yo aprendí mucho en un bar que se llamaba Ramón Antigua. Yo era mesero y había ese concurso [de canto por las noches], y venían mis amigos de la universidad a beber y me ponían a mí a concursar. Ya después Leonardo, el dueño, empezó a viajar y me dijo: “Quédate encargado de Ramona”. Yo organizaba la banda, llegaban los de Guayacán y Niche. ¿Qué tal esa vaina? Siempre estábamos inventando algo. Leonardo me tiró al agua.
Haces giras constantemente. ¿Qué significa para ti la actuación en directo?
Indiscutiblemente es como mi zona de confort. Es como el lugar donde me siento más seguro. Estar en el escenario es como poder regresar a todas las cosas queridas que tiene que ver de pronto con mi infancia, con el mundo donde crecí de la música. Es como volver a conectarme con mis verdaderas raíces. Y siento que eso me une con la gente y a la gente le pasa lo mismo que a mí y por eso están ahí.
Pasaste tus primeros años en Santa Marta, la columna vertebral de tu música. Pero luego te mudaste a Bogotá tras el divorcio de tus padres. ¿Cómo estas ciudades tan diferentes moldearon tu música?
A mí me gusta cantar todo. Es que hemos sido criados para cantar todo: chabuca, y música española, y en inglés aunque no sé cantar inglés. Pero, ¿cómo puedo hacerlo a mi estilo? ¿Cómo decirle a la industria, yo para ser moderno no voy a copiar a nadie? Para ser moderno, ya no quiero tener que hacer la versión en español de la balada o del rock, o la versión del rock argentino. Lo que yo buscaba hace 30 años era ser moderno. Pero no quería ser la copia de la copia de la copia. Para mí eso es el factor Bogotá, de criarse en una ciudad muy culta. Ya no quería ser un artista como el que había sido hasta entonces. Amaba todo lo que hacía, pero me hacía falta un ingrediente de autenticidad, de creatividad y de entender procesos musicales de la industria del mundo. De entender de dónde cogió Elvis lo que cogió; de dónde los ingleses cogieron las cosas que cogieron y con qué las mezclaron. Entender cómo nacieron las músicas.
Eres una verdadera autoridad en cuanto a música colombiana y sus raíces, y autor de varios libros sobre el tema, lo cual es notable para una estrella pop. ¿Por qué esto es importante para ti?
Porque entender quién es uno es importantísimo. Descubrir con la música que España es un ingrediente importantísimo cuando lo único que hemos hecho es denigrado el ser español, por ejemplo. Fíjate qué gran error en nuestra educación pensar que dejamos de ser español porque nos independizamos. La independencia es una situación política, pero la sangre, los apellidos, las huellas culturales de ser criollos españoles no se va nunca y eso está en nuestra música. Y entenderlo es importante porque nos conectamos con ellos. Y así nos pasa con lo africano, con lo indígena, con todo lo que somos. Porque la música al final nos enseña a ver eso. Entonces para mí fue muy importante meterme en este barquito que se llama vallenato, que es una cosa muy chiquita pero que de repente se empezó a meter por unos ríos y unos mundos y terminé cantando en el Festival de Jazz de Nueva Orleans invitado por un gringo que no hablaba español pero él conectaba lo que nosotros hacíamos con lo que él hacía allá y defendía sus mundos de zydeco y creole. Para mí esto ha sido un viaje estos 30 años. Un viaje a descubrir un mundo mucho más rico y mucho más conectado por la música que el de nuestra propia industria. Vivimos en un mundo apartado, desconfiando del uno si no habla español, del otro si no habla inglés, y la música te muestra un mundo mucho más unido, mucho más bonito.
Pongamos fin al debate: ¿La cumbia nació en Colombia?
La cumbia nace en los pueblos anfibios del Río Grande. El patrón de la cumbia es un patrón prehispánico indígena. Un areíto. Ese patrón particular que solo tiene la cumbia; no está en ningún patrón ni indígena ni africano en algún otro lugar del mundo. No existe. Por eso es tan endémico y tan único. Donde está el banco del río Magdalena, ellos son la capital de la cumbia. Allí hacen el festival de la cumbia.
Pero cuando llega España les trae la forma de escribir: las métricas, las décimas, las pañoletas rojas, el vestido blanco donde cargábamos la procesión de la virgen. Y los españoles diciendo, “Guapa, guapa la virgen”, y nosotros diciendo “¡Wepa, wepa!” Uno ve las huellas.
Nunca has cantado en inglés. ¿Te parece que ahora más gente que no habla español reacciona a tu música que antes?
Total. Porque además si vas al Royal Albert Hall, van los colombianos, van los latinos, pero no van solos. Van con los ingleses. Siempre lo he visto [del otro lado también]. Cuando íbamos corriendo a ver una banda inglesa en Bogotá, no entiendo un carajo, pero me encanta. Pero hoy hay más conexión entre los músicos anglo y los músicos en español. Estamos en la industria, yo soy popular, tú eres popular, todos conectando. Creo que siempre ha sido natural que la música de donde sea llegue al corazón si viene cargada de emoción.
Además de tu escuela de música en Bogotá, también tienes Tras La Perla, una fundación en Santa Marta que trabaja para mejorar muchos aspectos diferentes de la ciudad, aunque ya no vivas allí. ¿Por qué está ubicada allí?
Tal vez por mis conexiones afectivas con mi papá, por su trabajo como médico. Siempre fue una persona muy social. El cariño que la gente sentía por él lo heredamos nosotros. Ese es un factor importante en mi vida, pero el otro es la tragedia de ver un lugar completamente mágico en el olvido. Un lugar así en el Caribe, donde desemboca el río más grande de Colombia, donde está una de las únicas montañas con nieve en el Caribe, con pisos térmicos increíbles, con una cultura increíble y que viva relegada en muchos aspectos, me parece injusto. Trabajo en un barrio que se llama Pescadito, que es el barrio de los grandes deportistas, luchando por darle estructura al barrio para que la gente vea dónde jugó El Pibe, [Radamle] Falcao, el papá de Falcao. Nos ha dado tanta gente maravillosa que podríamos atraer mucha gente, y en eso estamos. Y trabajo en la Ciénaga Grande, que es el delta del Río Magdalena, donde está Ciénaga, que es capital importante de la industria de la música. De ahí salieron los primeros grupos que grabaron vallenato de manera comercial.
Colombia está muy politizada ahora, con opiniones extremas en ambos lados. Y eres un ícono colombiano tan visible. ¿Cómo manejas eso?
El mundo está politizado. Colombia es un reflejo. Hoy llamamos rebeldía al que se opone a su enemigo o porque es de izquierda o de derecha. No, no. El rebelde soy yo. Yo soy rebelde porque soy colombiano. El rebelde es el que asume ser colombiano. Yo soy rebelde porque decidí hacer una música con mis raíces y con la enseñanza de la música del mundo. Para mí el problema no es de izquierdas o derechas que es a lo que hemos caído; el problema es que no hay colombianos. Ser colombianos es entender lo que uno es y reconocernos todos. Si yo no trabajo para todos, realmente no estoy siendo colombiano. [Algunos] se ponen bravos porque no cojo partido. Yo cojo partido por Colombia, por todo lo que somos.
Carlos Vives: Cinco álbumes esenciales
Clásicos de la Provincia, 1993
PolyGram Latino/Sonolux
El álbum que introdujo el sonido de Vives incluyó versiones de vallenatos clásicos con una mezcla de instrumentación tradicional y de rock, un enfoque revolucionario que sacudió a sus fans y colegas de la música. Canción recomendada: “La gota fría”.
La Tierra del Olvido, 1995
PolyGram Latino/Sonolux
La fusión estilística de Vives se solidificó en este glorioso álbum nostálgico que también lo consagró como compositor y llevó su sonido y el de su banda, La Provincia, más allá de los ámbitos del pop y el rock. Canción recomendada: “La Tierra del Olvido”.
Déjame Entrar, 2001
Capitol Latin
Mientras Vives se estableció a escala global con El Amor de Mi Tierra de 1999, Déjame Entrar unificó su atractivo internacional gracias a éxitos globales originales que tenían raíces vallenatas y melodías pop memorables. “Carito”, que habla de un niño enamorado de su profesora de inglés estadounidense, une proféticamente culturas e idiomas. Canción recomendada: “Carito”.
Corazón Profundo, 2013
Sony Music Latin
El regreso de Vives a la música original tras una pausa de ocho años está repleto de éxitos alegres e irresistibles, incluyendo la primera colaboración importante con el astro brasileño Michel Teló en “Como le gusta a tu cuerpo”. Este álbum marcó una nueva etapa en la carrera y el sonido de Vives. Canción recomendada: “Volví a nacer”.
Cumbiana, 2020
Sony Music Latin
La exploración de Vives de las raíces de la cumbia y el vallenato, los dos ritmos que definen la música colombiana y su estilo, continuó en este lanzamiento aventurero. Cuenta con colaboraciones con artistas de todo el mundo, incluidos el panameño Rubén Blades, el español Alejandro Sanz, el jamaiquino Ziggy Marley y la colombiana-canadiense Jessie Reyez. Canción recomendada: “For Sale”.