Ana Tijoux celebra la ‘Vida’ entre duelo, renacimiento y empoderamiento
Tras un receso de una década desde Vengo, Ana Tijoux — sinónimo del espíritu pionero en el hip-hop latinoamericano — regresa con Vida, su quinto álbum en solitario. El LP de 15 canciones surge de un periodo de experiencias personales intensas para la legendaria rapera chilena, especialmente marcadas por la fuerza de la pérdida y la maternidad. Es una declaración profunda sobre la existencia y una celebración de los altibajos de la vida.
Su introspección en Vida queda encapsulada en temas como “Millonaria”, donde yuxtapone la riqueza metafórica de las relaciones personales a la riqueza material; los afrobeats de “Bailando sola aquí”, sobre la importancia de volver al centro de uno mismo; o “Busco mi nombre”, que explora la identidad, la memoria y la resiliencia — versos como “Rompieron la puerta sin aviso, te arrancaron de mí sin permiso”, insinúan un dolor personal y colectivo por los que injustamente se fueron.
“Vida es una respuesta a mucha gente que se me falleció, lamentablemente, gente muy cercana. También es una respuesta a lo que sucedió con esas partidas”, dice la rapera a Billboard Español.
La maternidad, una influencia recurrente en la vida y el arte de Tijoux, sigue moldeando su perspectiva. En los años transcurridos entre Vengo y Vida, ha influido en su visión del mundo, infundiendo a su música una comprensión matizada de las complejidades de la vida. Esta evolución es evidente en la forma en que aborda su oficio, aprendiendo a navegar por los paisajes emocionales con un renovado sentido de la gratitud y la autocompasión.
Desde sus inicios en Makiza en los años 90 hasta su éxito en solitario con temazos como “1977”, Tijoux siempre se ha forjado su propio camino. Vida continúa esta tradición: es un relato de resistencia, crecimiento y el espíritu inquebrantable de un artista que sigue redefiniendo los contornos del hip-hop latino. “Yo creo que lo más bonito es que no existen pioneras acá, existe un tejido vigente y nos construimos juntos”, dice Tijoux. “No es falsa humildad, el mundo del hip-hop y del rap es comunidad. Ahí está su fortaleza y su construcción en su eje, y eso hace toda la belleza de este género”.
La rapera chilena habla con Billboard Español desde Barcelona sobre su regreso.
Vida es tu primer álbum en diez años. ¿Qué te motivó a volver al estudio?
Después de una década, entre la vida y la maternidad, pasó una avalancha de cosas. Vida es una respuesta, lamentablemente, a mucha gente que se me falleció, gente muy cercana. También es una respuesta a lo que sucedió con esas partidas que a veces son muy duras. No sé por qué los humanos a veces necesitamos esas cosas que nos remuevan para crear, o en este caso para escribir o hacer canciones.
Entiendo. Desafortunadamente, a veces las tragedias nos inspiran ese lado creativo para liberar. “Millonaria,” por ejemplo, se me hace muy linda con las metáforas.
“Millonaria” justamente es una forma de agradecer a mi familia y a la gente que aprecio, que han sido muchos vínculos tejidos a través de los años. Me hacen sentir que soy una persona muy afortunada. Entendiendo que vivimos una época muy loca, de preguntarse “¿qué quieres tener para ser afortunado?” Me siento llena de joyas de personas que me rodean. Por eso la ironía son quilates, usando esta metáfora del bling bling. Es una suerte de ironía también y de agradecimiento, de hacer un homenaje a toda esa gente que para mí son más que gente — gente que me marca y me construye y me permiten caminar.
Eres madre de dos hijos. ¿Cómo ha influido la maternidad en tu carrera artística?
En todo sentido. La maternidad, cada uno la vive de manera muy distinta. No creo que exista una forma de vivirla. También tengo una parte por la cual uno se ve enfrentado a un montón de temores, a tratar de hacer lo mejor que uno puede, con un millón de equivocaciones. Y dentro de esas equivocaciones yo creo que también es tan importante el diálogo con los hijos de uno. Con esta carrera que es muy linda pero también muy demandante, tratar de lidiar con las demandas laborales, que finalmente es un oficio. El criar y el tratar de dar herramientas para caminar a los hijos, yo creo que hay influencia en todo lo que uno es. Es evidente que eso marca y da un poco la tónica de cómo uno percibe el mundo.
Durante la creación de Vida, cómo superaste desafíos creativos y qué aprendiste de ti misma en el proceso?
He aprendido cómo no ser tan dura conmigo. Me atrevo a decir que muchos artistas que he conocido de distintos géneros musicales o de distintas áreas, uno trabaja con las emociones. Tampoco es lineal, no es numérico, es desde la emoción, de ese tambaleo, de cosas que suceden; unas bonitas y otras más complejas que tienen que ver con la exposición, las expectativas tanto personales como ajenas, y la presión. También el agradecimiento a un montón de gente que no conozco en persona, pero que hacen posible que uno pueda seguir trabajando. En esa batahola de emociones, uno trata de surfear la ola. Creo que es entretenido tomar edad, envejecer u observar cómo uno va al pasar de los años. Abordando la obra con estos aprendizajes, a punta de logros pero también de errores.
El álbum tiene colaboraciones notables y muy diversas, con Talib Kweli, Plug 1 de De La Soul, iLe, Pablo Chill-E, entre otros. ¿Cómo eliges tus colaboraciones?
Las colaboraciones se hicieron de manera muy natural. Cada uno es un universo, cada artista es un planeta. Uno atraviesa como uno aprende a través de cada persona con la cual uno colabora. Yo creo que las canciones mandaron y gritaban esas personas en específico, y eso me encanta porque todos son súper distintos. Es bien bonito poder descubrir esos planetas y poder invitarlos al mío y dialogar en ese vaivén de viajes.
La producción es una mezcla de elementos de hip-hop, jazz y ritmos latinoamericanos. ¿Cómo se logra fusionar estas diversas influencias en una expresión cohesiva?
La producción ha sido a cargo de Andrés Celis, con el cual hemos hecho los dos discos anteriores. Andrés viene del mundo del jazz, pero es alguien muy curioso también. Es muy abierto a la riqueza de la multiplicidad de sonoridades que existen alrededor del mundo. Creo que él traduce muy bien estas preguntas, estas ganas de explorar, y un poquito las canciones.
Como figura destacada en la escena del rap en español y pionera desde Makiza, ¿cómo ves la evolución del género desde tu punto de vista?
Es bonito porque ahora veo una cantidad de mujeres de distintas partes, muchas de Chile, con las cuales tengo súper buena onda o soy muy admirativa. Me da una suerte de envidia muy sana decir, “¡Pucha! ¿Por qué no habría nacido después?” Habría tenido más hermanas y colegas, ¿cachai? Sí, había en mi época, pero éramos pocas. Ahora veo una diversidad y una multiplicidad, atravesando Chile, tanto en Argentina, en Colombia, en Perú, en Bolivia, en Venezuela, en México, en Brasil, en tantos otros países. Hay una nueva camada de artistas increíbles que vienen con un ímpetu, con una garra y con un hambre. También de poder compartir su flow, sus experiencias, sus penas, sus alegrías, y sus preguntas como mujer. Veo que hay mucha riqueza ahora. Hay un volcán de cosas que están pasando de una nueva generación muy ávida de poder expresarse, y eso siempre es muy sano. Al final muestra una América Latina muy vital, con muchas mujeres muy vitales.
En Chile soy muy fan de Irina Doom, de La Mística, de La Flor del Rap, de 22RUZZ. Hay una chica de República Dominicana que está increíble como rapea, y un par de chicas mexicanas que me encantan. Son muy precisas a la hora de de rimar, respecto al flow y a la métrica. Aparte del tono de voz de mujer, es muy distinta a la voz masculina. El hecho de que tenga tonos más agudos permite una exploración en otras tonalidades que digo, “¡Guao, qué bacán!” Yo creo que lo más bonito es que no existen pioneras acá, existe un tejido vigente y nos construimos juntos. No es falsa humildad; el mundo del hip-hop y del rap es comunidad. Ahí está su fortaleza y su construcción en su eje, y eso hace toda la belleza de este género.